Comerciando con el diablo: las relaciones comerciales con el Telón de Acero y la financiación del PCE a comienzos de los años 60.

La financiación del Partido Comunista de España (PCE) por parte de la Unión Soviética mediante el mítico «oro de Moscú» fue uno de los lugares comunes de la propaganda franquista. La subordinación a los intereses de una potencia extranjera a cambio del salario de  la traición  estimuló las papilas  gustativas de  la prensa conservadora –  y en ocasiones, también de otra- al abordar las relaciones entre el PCE y la URSS durante la dictadura y la transición democrática. Por ejemplo, durante la convocatoria de las primeras elecciones municipales democráticas, El País publicó un artículo titulado «El Partido Comunista soviético, dispuesto a financiar la campaña del PCE». Con insegura argumentación, el periodista daba una noticia que reconocía «no pudo ser confirmada» según la cual «parece ser» que el diputado Ignacio Gallego se había entrevistado en Moscú con Boris Pomonariov, responsable del Comité Central del PCUS para las relaciones con los partidos comunistas extranjeros, para hablar de la ayuda económica al partido[1]. En 1992, en plena descomposición de la URSS, fue el monárquico ABC quien se hizo eco de las revelaciones de un excoronel de la KGB, Mijail Lubimov, sobre la supuesta entrega de tres millones de dólares al PCE por parte del PCUS desde 1983. De una lectura más detenida se desprendía que tales pagos habían sido abonados a las «fuerzas sanas» –léase el sector prosoviético- que en el seno del PCE se oponían al eurocomunismo. El Partido Comunista de los Pueblos de España de Ignacio Gallego y el Partido de los Comunistas de Cataluña de Josep Serradell y Pere Ardiaca se habrían beneficiado de pagos directos, abultamiento de las tarifas por inserción de publicidad de empresas estatales (Aeroflot o Intourist) en sus publicaciones, y del regalo de 1.400 toneladas de papel prensa para la edición de propaganda[2]. Estas afirmaciones serían corroboradas por otro desertor, Vasili Mitrohhin[3].  En otro artículo de 1992, el diario de Serrano no pudo evitar la tentación de empalagar a sus lectores con la evocación de las 7.800 cajas del oro del Banco de España expatriado a la URSS durante la guerra civil[4].

Que los partidos comunistas recibieron ayuda económica de los llamados «partidos hermanos» del campo socialista es un auténtico secreto de Polichinela. El mecanismo ha sido objeto más de la fantasía que del análisis. Hoy es posible aproximarse al  funcionamiento del aparato de finanzas de los comunistas españoles durante los años 60 gracias a dos fondos depositados en el archivo del PCE: un legajo de la sección extranjera, custodiado en origen por la delegación en Praga; y documentos del archivo personal del responsable de la Comisión Económica, Tomás García («Juan Gómez»). Ambos permiten conocer el entramado de operaciones de exportación e importación que sufragaron las actividades del PCE coincidiendo con el establecimiento de relaciones comerciales entre el régimen franquista y los hasta entonces demonizados regímenes del Telón de Acero. También ponen de manifiesto cómo a veces –business is business– las relaciones comerciales estaban por encima del internacionalismo proletario y la perspectiva de jugosas comisiones hacía extraños compañeros de negocio.

LOS PRECEDENTES.

Desde su fundación, los partidos comunistas se financiaron mediante viáticos asignados por la Internacional Comunista que venían a cubrir los gastos de intendencia, propaganda y ayuda a presos. Salvo quizás durante el paréntesis de la guerra civil, cuando la incautación de inmuebles y bienes de individuos desafectos y de organizaciones ilegalizadas[5] permitió al PCE alimentar el funcionamiento de su maquinaria,  siempre precisó de esta ayuda exterior.  La dependencia se acentuó a partir del momento en que el partido se abismó de nuevo en la clandestinidad.

Las aportaciones de la URSS fueron cuidadosamente disimuladas por los coetáneos. En febrero de 2012, Santiago Carrillo refirió que, a diferencia del PCI, que disponía de un fondo especial para la edición de L´Unitá, y del PCF, que mantenía una red de empresas propias, el PCE se financiaba con colectas y con las cuotas de los militantes españoles. Carrillo reconoció la aportación de dinero ruso en una sola ocasión: después de la entrevista con Stalin en Moscú en julio de 1948, en la que se trató sobre el abandono de la lucha guerrillera. Tras el encuentro, la dirección española recibió la visita de Suslov, portador de un maletín y del mensaje de que «el camarada Stalin ha resuelto ayudar con esto al partido español». Se trataba de la nada desdeñable suma de medio millón de dólares. La dádiva, según Carrillo, constituía un engorro. Era muy difícil llevárselo a París sin arriesgarse al pasar la aduana, e incluso, si lograban contrabandearlo, no tenían lugar seguro donde guardarlo. Como al regreso debían hacer escala en Praga, los españoles pidieron al partido checoslovaco que custodiara en depósito aquella cantidad hasta que la necesitaran. Su secretario, Gotwald, aceptó y se firmaron los recibís correspondientes. A comienzos de los 60, el PCE decidió reclamar la entrega del depósito. ¡Sorpresa! Los camaradas checos se habían gastado los dólares regalados a los españoles por Stalin y solo se ofrecían a devolver el equivalente en coronas no convertibles. «Nuestros correligionarios nos habían simplemente robado», concluyó Carrillo. No quedaba más recurso que informar a los soviéticos. Al cabo de cierto tiempo, los checos comunicaron que todo había sido un «malentendido» y que depositaban el medio millón en París. Esta experiencia condujo a los españoles a desconfiar en temas de dinero hasta de los «mejores amigos»[6]. Veremos más adelante cómo esto no obedeció a la realidad.

Una fórmula ensayada por el PCE para hacer frente a los costes de mantenimiento de su aparato fue la creación en Francia de empresas-tapadera que proporcionaran ingresos al partido al tiempo que  servían para encubrir sus actividades de cara a España. El ejemplo paradigmático fue la Entreprise Forestière du Sud Ouest, conocida como la empresa forestal Fernández-Vallador. La experiencia se remontaba a los tiempos de la retirada a Francia, cuando muchos de los españoles internados en los campos del Midi se adscribieron a los chantiers, obras dedicadas a la tala de bosques para la venta de madera, fabricación de carbón vegetal, construcción de pequeñas presas y explotación de canteras. Hubo chantiers creados por el Partido Comunista Francés (PCF) para acoger a sus camaradas españoles y, en algunos casos, para contribuir solidariamente a la financiación de las actividades del PCE[7]. Otros chantiers servían de refugio estacional para los amenazados de deportación[8]. Los dedicados a la fabricación de carbón vegetal, que proliferaron en las regiones pirenaicas (en particular en Aude, Ariége y Alto Garona), adquirieron una importancia significativa a medida que la escasez de hidrocarburos hizo aumentar la demanda para los vehículos a gasógeno. La estructura dispersa y recóndita de los chantiers fue también crucial para el surgimiento y desarrollo de la actividad de los maquis.

El 20 de diciembre de 1940, José Antonio Vallador fundó una empresa forestal en Saint Hilaire (Aude) que desde 1942 se convirtió en el primer centro político militar del maquis español. En 1946 se refundó como la citada Enterprise Forestièr du Sud-Ouest. La explotación principal estuvo en Juzet d´Izautz, un pequeño pueblo rodeado de bosques de hayas y abetos que había sido descartado para su aprovechamiento por empresas forestales francesas y suizas por lo escarpado de las pendientes y la necesidad de emplear un transporte por teleférico. La empresa Fernández-Vallador  adquirió los montes al gobierno francés al precio de 0,7 francos/metro cúbico. En ella trabajaron 143 operarios[9]. Las oficinas y aserradoras de la empresa estaban situadas en la periferia de Toulouse. El municipio concedió a Vallador el suministro de madera y carbón vegetal[10], aunque pronto se presentó otro negocio más importante: el suministro de traviesas para las vías del tren y de fondos de vagón de mercancías para la Société Nationale des Chemins de Fer (SNCF), necesitada de reconstruir los miles de kilómetros de vías férreas destruidas por las acciones de sabotaje y los bombardeos. La competitividad de los chantiers administrados por Vallador le permitió convertirse en la proveedora prácticamente en exclusiva, merced al bajo precio ofertado por sus traviesas, derivado de los bajos salarios que pagaba a sus empleados, la mayoría militantes comunistas.

Los historiadores franquistas se empeñaron en presentar a la «Vallador y Cía.» como un boyante emporio del “terrorismo comunista”, pero lo cierto es que la empresa, regida por criterios mucho más políticos que económicos, se encontraba  sumida en una profunda crisis mucho antes de que la ilegalización del PCE en Francia, en 1950, le asestara el golpe de gracia. Crisis económica derivada del excesivo tamaño de la red de chantiers –motivado por el intento de cubrir la mayor extensión posible de frontera- Crisis, asimismo, de desmoralización entre los empleados debido a las numerosas cotizaciones que se deducían de las mensualidades y al elevado número de liberados del partido que había que mantener[11]. A medida que la caída del franquismo se postergaba en el horizonte, los chantiers fueron vaciándose de hombres que buscaban, a partir de ese momento, integrarse en la vida civil en el que suponían iba a ser durante mucho tiempo su país de acogida.

La salida del PCF del gobierno, en 1947, dejó desprotegida a la organización del PCE en Francia. Arruinada, desmoralizada y debilitada por las purgas, la estructura política y económica del PCE fue desmantelada en julio de 1950, mediante una acción  – la «operación Bolero-Paprika»- en la que no faltaron los ingredientes (oscuros ajustes de cuentas, inspectores de policía narcotizados y armas escondidas obedeciendo a un supuesto plan de apoyo a la toma de los Pirineos por tropas paracaidistas soviéticas…)  de una paradigmática historia ambientada en la guerra fría[12].

LOS COSTES DEL APARATO.

Conocemos a través de un informe de 1952 cuáles eran los costes de mantenimiento del aparato comunista. Las condiciones de segunda clandestinidad a las que se vio abocado el PCE tras su ilegalización en Francia hicieron necesario el empleo de términos en clave en la contabilidad del partido. En el Cuadro 1 se exponen las claves utilizadas y su significado:

Término en clave Significado
[Capítulo] I. Viáticos y ayudas Salarios y ayudas al personal
II. Almacenesa)      Merceríab)      Quincalleríac)      Varios Sostenimiento de guíasa)      Manutención.b)      Asignaciones.c)      Ayudas.
III. Casas Alquileres, impuestos, seguros, varios.
IV. Repuestosa)      Accesoriosb)      Porcelanasc)      Lapiceros, plumas

 

a)      Viajes.1)      Viajes de guías y enlaces.2)      De camaradas del aparato3)      De cuadros

b)      Víveres y material de pasos

c)      Estancia de guías, enlaces y pasos

V. Gastos generales. 1) Material de oficina [pasa a VI.3].2) Transporte local.3) Gastos de reuniones.4) Gastos de coches.
VI. Comisiones. 1)      Material para país.2)      Material para pasos.3)      Material de trabajo.4)      Material en relación con la propaganda.

5)      Material de instalaciones (maquinaria, etc.).

VII. Representantes.
VIII. Servicios de Rogelio (sic). ¿Aparato de París- Buró Político?
IX. Atenciones granja (sic)Cuenta de material de Roberto (sic) IX. ¿Hospital Varsovia?Aparato de Toulouse.
X. Cuentas de A a Z
XI. Relaciones Gastos extraordinarios

Cuadro 1. Epígrafes en clave y su significado en la contabilidad del PCE.

Dado que distintos rubros se repetían o solapaban, en 1952 se redujo el presupuesto a siete capítulos:

  1. Viáticos y ayudas (Salarios y ayudas al personal).
  2. Almacén (Sostenimiento, manutención, asignaciones y ayudas a guías).
  3. Repuestos (Viajes de guías, enlaces, cuadros y aparato).
  4. Representantes (Dirigentes).
  5. Gastos generales (Material de oficina, transporte, coches).
  6. Gastos A a Z (Propaganda).
  7. Diversos.

Como ejemplo de distribución del gasto por capítulos, el cuadro 2 desglosa cada uno de ellos, con el porcentaje que suponía y la posición relativa en el orden de prioridades:

Gastos del  1er. Trimestre de 1952.
Capítulo Francos viejos % Posición
  1. Viáticos y ayudas.
2.042.984 27,5 2
  1. Almacén.
807.389 10,9 5
  1. Repuestos.
2.103.313 28,3 1
  1. Representantes.
939.480 12,6 4
  1. Gastos generales.
486.590 4,9 6
  1. Gastos A a Z.
1.029.625 13,9 3
  1. Diversos.
12.800 0,2 7
Total 7.422.181 100

Cuadro 2. Gastos del primer trimestre de 1952.

De ello se deduce que el principal capítulo de gasto lo suponían los viajes, seguido de los salarios del personal del aparato, los gastos de la edición de propaganda, el mantenimiento de los dirigentes y las asignaciones al aparato de pasos a España. Concordaba con la situación de un partido cuyo núcleo de dirección se encontraba disperso entre México y la URSS, teniendo Francia como base para la penetración en el interior del país.

El capítulo de la propaganda, una de las principales ocupaciones de toda organización clandestina, ilustra acerca de las necesidades que apremiaban al partido. Se conocen las cantidades editadas de los principales órganos de expresión comunista: el central, Mundo Obrero (20.000 ejemplares quincenales); el del PSUC, Treball (4.000); y la revista teórica, Nuestra Bandera (2.000/mes). A ello había que sumar la impresión y franqueo de los manifiestos o los discursos de Dolores Ibárruri que se distribuían por correo. La propaganda se llevaba a cabo con pérdidas, como reflejaban los balances, por ejemplo, en febrero de 1952. Mundo Obrero se vendía a 4,82 francos, pero el valor real de confección por ejemplar era de 6,21 francos (1,39 francos más que el precio de venta al público). Las pérdidas por esta tirada ascendían a 27.947 francos. Lo mismo ocurría con Treball (precio nominal: 4,32; coste real: 9,01; pérdidas: 18.761).

Incluidos todos los capítulos, el presupuesto de gastos del PCE para los cuatro trimestres del año 1952 se refleja en el cuadro 3:

Gastos por trimestre
1er. trimestre 7.422.181
2º trimestre 7.167.858
3er. trimestre 6.567.058
4º trimestre 7.513.113
Total 28.670.210

Cuadro 3. Presupuesto anual de 1952.

Las ayudas militantes, en forma de donativos destinados a ayuda a presos y huelguistas alcanzaban niveles muy exiguos. En el primer semestre de 1951, el capítulo «Donativos» supuso algo más de dos millones y medio de francos (Cuadro 4):

Concepto Cantidad
Del partido en París, ayuda a presos 328.710
Del partido en Francia ayuda huelga 1.914.875
Del PSUC ayuda a Barcelona 416.020
Donativos varios 36.714
Total 2.696.319

Cuadro 4. Donativos al PCE en 1951

Solo una ayuda más poderosa que la correspondiente a los recursos propios podía mantener en funcionamiento la organización comunista. El origen de las cantidades más fuertes aparece consignado en la cuenta de ingresos del primer semestre de 1951, bajo el rubro «Recibido de Administración». Se trataba de ingresos bimensuales en base a tres conceptos: General (2.300.000 francos/mes x 12 meses= 27.660.000); para Mundo Obrero (500.000 x 2 semestres= 1.000.000); y para compra de pesetas (5.200.000). El montante total de las transferencias que no podían provenir de otro sitio que de la URSS ascendió a 33.800.000 francos viejos, lo que permitía al PCE contar con remanentes en caja. Las ayudas se canalizaban a través del Banque Commerciale de l´Europe du Nord (BCEN), con sede en París, donde el Partido Comunista Francés mantenía sus propios depósitos[13].

«GO EAST!»

Las relaciones entre la URSS y la España de Franco iniciaron un cierto deshielo a partir de la muerte de Stalin en 1953 y de la admisión en la ONU en 1955 sin que los soviéticos interpusieran su veto. Informes de situación del Ministerio de Asuntos Exteriores daban cuenta en septiembre de 1955 de que en Alemania se especulaba con la apertura de negociaciones para una operación comercial por la que la URSS adquiriría en España piritas, mercurio, wolframio, corcho y vino a cambio de 800.000 toneladas de trigo y maquinaria[14]. Incluso desde antes de 1950 se había comenzado a suministrar wolframio a la URSS por medio de Polonia y Checoslovaquia. El incremento de las relaciones comerciales se tradujo en un aumento de los contactos diplomáticos y políticos. Sin que ninguno de los dos países renunciase a su visión del contrario, se impuso una política de coexistencia materializada, por parte del franquismo, en una atenuación de los ataques a la URSS –aunque no al comunismo-, y por los soviéticos, en la comisión de actos de buena voluntad –la liberación de prisioneros de la División Azul y la repatriación voluntaria de emigrados-. En ese nuevo marco, el sostenimiento del PCE por parte de Moscú adquirió una nueva modalidad aprovechando los canales abiertos por los intercambios comerciales.

La documentación proporcionada por el Servicio de Estadística de la OCDE y del FMI, así como la Estadística del Comercio Exterior Español, Comercio por Países y Comercio por Productos demuestra que hubo un proceso general e ininterrumpido de aproximación comercial entre los países del Este y España, a pesar de las dificultades existentes en el funcionamiento de los intercambios durante los años sesenta debido al peculiar sistema de los Arreglos de Pagos[15].

En España, la Dirección General de Comercio daba cuenta al Departamento de Europa Oriental de los balances comerciales con el Telón de Acero. De ellos se desprende que España mantenía las mayores relaciones con la URSS, Polonia, Rumanía y Checoslovaquia, siendo deficitaria su balanza con los tres primeros países y teniendo superávit con el resto.

Por la correspondencia comercial de la empresa española J. González Estarriol S.A, (en adelante, JGE) que intermediaba en asuntos de importación y exportación con los países socialistas, se conoce la naturaleza de los artículos que eran objeto de intercambio. Polonia abría prometedoras expectativas a las exportaciones españolas de agrios en el contexto del sistema de compensación. Bulgaria, a través de su empresa estatal Roudmetal, fue sondeada sobre mineral de manganeso, zinc, cobre, barras de hierro para la construcción, acero en bloques, piedras abrasivas y carbón. A Bulgarlodexport se le ofreció la venta de naranja Navel y mandarina, a cambio de la intermediación para una importante firma británica interesada en la importación de «cebollas desecadas en polvo, zanahorias en porciones finas, apio desecado, ajos porros desecados y troceados, pimentón en polvo (paprika) encarnado, dulce, etc.» Así mismo JGE se ofrecía para la exportación de plátano de Canarias, cuyo organismo regulador había tomado el acuerdo de reservar un cupo de 5000 a 7000 toneladas de fruta en previsión de las exportaciones a los países de la Europa Oriental, a pagar en libras[16].

A la empresa Ligna S.A. de Checolosvaquia se le brindaron contactos a fin de obtener de las autoridades de españolas las licencias necesarias para oprecaiones «a base de compensación o trueque» sobre madera aserrada, pasta de celulosa y papel de periódico por parte checa, y naranjas, frutas, corcho y sus manufacturas, piritas y mineral de hierro por la española[17]. Otras empresas checas tanteadas por JGE fueron Chemapol, de Praga, fabricante de materias primas para la fabricación de plásticos, a quien se ofreció como contrapartida corcho y sus manufacturas, naranjas y otras frutas, piritas y mineral de hierro[18]; y Koospol, agroindustria a la que se ofrecieron cebollas secas, bananas, naranjas Navel y mandarinas, a cambio de huevos[19].

Con Rumanía se había firmado a comienzos de 1958 un acuerdo comercial negociado por el Instituto Español de Moneda Extranjera y el Banco Estatal rumano. Los bienes susceptibles de ser importados eran carne, maíz, huevos, maderas aserradas y para la fabricación de celulosa, traviesas, duelas, cajas, productos derivados del petróleo, productos químicos, productos químico-farmacéuticos, forrajes de aceites esenciales, herboristería, plantas medicinales, semilla de soja, maquinaria agrícola, tractores, material de perforación, material ferroviario rodante, máquinas herramientas, vidrio para laboratorio y para señalización. A cambio, España exportaría crin vegetal, corcho y agrios. A Industrialexport se le informaba de la posibilidades en el mercado español para sus tractores y máquinas agrícolas, máquinas para la construcción, vehículos automóviles, equipos eléctricos en general, material electroaislante y equipos para electrocomunicaciones[20].

En Hungría, JGE obtuvo la concesión de la representación de Metalimpex tras conseguir a esta siderometalúrgica un importante contrato para la compra de aluminio con Fundiciones Lombide, de Bilbao. El pedido ascendía a 70 toneladas de aluminio en barras de la mayor pureza y 100 toneladas en lingote[21]. Realizó así mismo operaciones de intermediación con otras empresas españolas para la compra de planchas o chapas de hierro ligeramente aherrumabradas (500 a 1000 toneladas), y el suministro de 5000 toneladas de manganeso a cargo de Central Siderúrgica SA, consorcio de Altos Hornos de Vizcaya y de Sagunto.

La misma Central Siderúrgica, que monopolizaba las importaciones del ramo, se interesó por contactar con Metalinex[22], de Praga. Precisaba una importante cantidad de ferro-manganeso. En caso de poder suministrarlo, JGE solicitó a Metalinex el envío de una proforma «incluyendo en el precio nuestra comisión habitual, la cantidad podría ser de unos cien mil dólares, indicando plazos de entrega, precios…»[23].

En términos generales, la exportación española se nutría de productos del sector alimenticio, fundamentalmente los agrios, mientras en las importaciones predominaban las materias primas, maderas, petróleo y maquinaria industrial. Una ventaja añadida era que los precios de los países del COMECOM eran más bajos que los de los mercados internacionales. Para organizar el flujo comercial entre países cuyas divisas no eran mutuamente convertibles se arbitró el sistema de «cuentas por compensación»,  consistente en una autorización para adquirir mercancías extranjeras hasta un determinado montante, con la condición de que la empresa española se comprometiese a exportar productos por el mismo valor en un plazo que la administración fijaba entre dieciséis y dieciocho meses. Además, los empresarios debían prestar una garantía bancaria de hasta un 15 por ciento del valor de las exportaciones. En este contexto adquirieron un protagonismo esencial los intermediarios que poseían información sobre la demanda potencial, contactos influyentes y lazos con los estamentos de las respectivas administraciones que tenían que resolver licitaciones u otorgar licencias.

LA TAPADERA.

Joaquín González Estarriol era un abogado canario que militaba en el PCE.  Desde Caracas, se trasladó a Barcelona para abrir un negocio de exportación e importación[24]. La firma JGE venía operando en Venezuela desde 1957 y había acreditado relaciones con distintas empresas comerciales estatales de los países del COMECOM. El 18 de agosto de 1960, Estarriol daba cuenta en una carta de la constitución de una sociedad anónima con la denominación J. González Estarriol SA.  El capital social ascendía a 500.000 pts, de las que el 50 por ciento estaban a nombre del propio Estarriol, ciento cincuenta acciones de 1.000 pts. en manos de Domingo Dominguín –también militante comunista, y el resto repartidas entre amigos de confianza. Para que en un futuro la firma no pasara a manos ajenas, cada tenedor de acciones firmó al recibirlas un «vendí» sin fecha para ser utilizado en su momento oportuno. La sede radicaba en Barcelona sin que fuera impedimento para fundar una delegación en Madrid o para permutar los papeles. Los fines de la empresa eran « la representación de firmas extranjeras en carácter de agentes vendedores, servir de departamento de exportación a empresas españolas que así lo requirieren, prospección de mercados tanto interno como en el exterior, importación y exportación de toda clase de mercancías».

En el momento de su constitución, JGE tenía terreno avanzado en la exportación de películas gracias a sus contactos con Uninci, la productora cinematográfica que contaba entre sus directores a Juan Antonio Bardem y Luis Berlanga[25]. Como cabeza de puente en Europa del este, JGE se disponía a trabajar con un corresponsal en Berlín, Josep Novak, enlace con la administración germano-oriental y con el resto de los partidos del bloque socialista.

JGE ocupaba un lugar central en el dispositivo diseñado por el aparato de finanzas del PCE para allegar recursos. Abandonado el sistema de asignaciones económicas directas, los «partidos hermanos» fueron convocados a participar en un circuito que arrancaba con la celebración de colectas solidarias con la lucha de los trabajadores españoles por parte de los sindicatos, en cantidades prefijadas. Como la recaudación se hacía en monedas nacionales (coronas checas, fiorines húngaros, zlotys polacos…) los respectivos ministerios de Comercio se encargaban de proporcionar lotes de mercancías para la exportación por valor equivalente al montante de los fondos de solidaridad. Aquí entraba en juego JGE, realizando tareas de intermediación comercial entre empresas españolas y empresas estatales del Este (por las que cobraba unas comisiones del 2 por ciento)[26] o colocando las mercancías en Venezuela a través del puerto de La Guaira. Los beneficios obtenidos en forma de comisiones por intermediación y por las ventas en Sudamérica –en dólares- eran ingresados en el Banque Commerciale de l´Europe du Nord [27] para ser inyectados en el aparato del PCE.

JGE desarrolló su labor durante la mayor parte de la década de los 60, siendo su periodo más boyante la primera mitad de la década. Sus archivos revelan que, a veces, las comunicaciones entre agentes empresariales de países tan antitéticos como la España de Franco y los del bloque socialista no estaban precisamente ocluidas por la pesadez del Telón de Acero y que la solidaridad internacionalista entre partidos hermanos tampoco era lo que se pensaba.

EL INTERNACIONALISMO BIEN ENTENDIDO.

De todos los países del área socialista, el que mantuvo una actitud más solidaria con los comunistas españoles fue la República Democrática Alemana (RDA). Entre octubre y diciembre de 1962, los sindicatos recaudaron 250.000 marcos, además de «otras cantidades mucho menores recogidas por la población y varias organizaciones». En marzo de 1963, los responsables de la RDA informaban de la convertibilidad de los fondos de ayuda en una lista de mercancías por valor de dos millones de marcos. El viceministro de Comercio y un director general mostraron mucho interés en que se tuvieran conversaciones periódicas con ellos para informarles de la situación en España, «hacernos preguntas concretas y solicitarnos datos estadísticos». Fábricas de alta tecnología, como la óptica Zeiss de Jena, decidieron dar a JGE la representación exclusiva de sus productos para Venezuela. [28]

Loa alemanes orientales iban más allá. En sendas entrevistas entre mayo y octubre de 1963, en plena resaca de la protesta internacional por la ejecución de Julián Grimau, se mostraron dispuestos a modificar su propia política comercial hacia España si así lo consideraba conveniente el PCE. El 20 de mayo, un director de departamento del ministerio de Comercio Exterior manifestó que «teniendo en cuenta los acontecimientos últimos (asesinato del camarada Grimau, Conferencia de París) andaban reconsiderando su opinión de prolongar el acuerdo bancario con España (…) En su opinión, la decisión será de que por ahora no entablarán negociación alguna, es decir, en la práctica, no prolongar los acuerdos bancarios. O sea, un cambio en relación con la opinión que tenían en marzo, que pensaban incluso ampliar el comercio con España».

El 4 de octubre, el agente de JGE en Berlín, Novak, dirigió una consulta a Praga, donde se encontraban los responsables de Finanzas del partido, notificando que el Deutsche Notebank tenía acuerdos bancarios de pago con el Instituto Español de Moneda Extranjera desde 1959, que fueron prolongados e incluso ampliados hasta mayo de 1962. Al expirar en mayo de 1963, las autoridades alemanas no consideraban oportuno renovar dichos acuerdos, invocando la situación ya citada. Desde el mes de mayo habían recibido varias proposiciones de las autoridades españolas instándolas a renovar e incluso a ampliar los acuerdos, para lo que iban a enviar a Madrid una delegación no oficial. En este punto, los responsables alemanes preguntaban al PCE: « ¿Qué opinamos? ¿Es conveniente o no que renueven los acuerdos? En caso afirmativo, ¿deben ampliarlos? Rogamos una contestación lo más rápida posible».[29]

La de la RDA era una actitud muy diferente a la observada por el partido checo, como pudo comprobarse entre octubre y noviembre de 1962. El gobierno checo fue acusado de vender carbón a la España de Franco durante las huelgas de Asturias de ese año. El problema se abordó con el viceministro de Comercio Exterior. Su respuesta fue, en principio, ridículamente evasiva: ni afirmó ni negó que hubieran embarcado ese carbón. Presionado para una respuesta más precisa, farfulló una excusa pueril: «Dijo que quizás, si una operación así se había realizado, se tratara de carbón de un tipo especial que no podía utilizarse en la industria [¡!]. De todas formas, nos expresó que estaba completamente de acuerdo con nuestros argumentos y la inoportunidad política de hacer dichos embarques de carbón».

Los argumentos checos no habían convencido tampoco en su momento a los camaradas polacos, que se encontraban indirecta e involuntariamente implicados en aquella operación comercial de esquirolaje. El viceministro de Polonia refirió que ellos habían indicado a los checos que no hicieran operaciones de este género con España, ya que no tenían convenio para el carbón y el que habían enviado a Franco, además, podía provenir del que Checoslovaquia importaba de Polonia. De esa deslealtad habían sido informados por su misión comercial en París. A los polacos les había salido cara la solidaridad con los mineros asturianos: ellos descargaron un barco que había a medio cargar en Gdynia tras un mitin y una manifestación de portuarios en favor de España y tuvieron que abonar 10.000 dólares por incumplimiento del contrato. Las repercusiones alcanzaron a las negociaciones para la firma de la renovación del acuerdo de 1963. España impuso una cláusula por la que Polonia se comprometía a cumplir fielmente las entregas de carbón en las fechas acordadas, so pena de que España denucniase el convenio de pagos. Aun así –según Kutin, el viceministro-, si se producía de nuevo una situación como la de abril-mayo, los polacos estaban dispuestos a no tener en cuenta las estipulaciones aunque les costara más dinero que la vez anterior.[30]

LOS VIEJOS CAMARADAS.

La mejor garantía para la consecución de acuerdos favorables era la presencia en alguno de los escalones de toma de decisión de exbrigadistas internacionales nostálgicos de sus juveniles años de lucha antifascista en España.  Entre octubre y diciembre de 1962 un delegado de JGE visitó Polonia y Bulgaria. En el primer país, el director general de Polimex, el camarada Kolarski, era excombatiente de las Brigadas. Un año más tarde, mantuvo una entrevista con el jefe de la Sección Extranjera y un miembro del Comité Central del Partido Obrero Unificado Polaco (POUP), los camaradas Sayr y Kutin. El asunto a tratar era el procedimiento a seguir con el millón de zlotys recaudados el año anterior en concepto de solidaridad con los huelguistas españoles. A mediados del año 1963, el Comité de Solidaridad con España disponía de unos cuatro millones de zlotys. El representante de JGE recomendó la transformación en mercancías. Los envíos de paquetes a España, equipos para presos, etc., no eran, a su juicio, la forma más rápida de liquidar ese dinero, «además de que se presta a que pueda haber enjuagues». Se les propuso el modelo alemán: para esta clase de operaciones, la relación no se llevaba a cabo con las empresas, si no con un director de departamento del Ministerio de Comercio, quien indicaba qué mercancías tenían disponibles, aconsejaba cuáles se vendían más caro en el mercado mundial, recogía los pedidos y tramitaba todo con las empresas. El delegado de JGE auguraba buenos resultados. Los portavoces del POUP le informaron de que las relaciones con los partidos hermanos las llevaba personalmente el ministro de Comercio Exterior, Kaminski: «Tanto Sayr como Kutin estuvieron en las Brigadas Internacionales y Kaminski, sin estar en España, trabajó en el aparato de paso a España, es decir, que tienen más predisposición a ayudarnos»[31].

En Bulgaria la fortuna fue aún mayor. En aquel país se vislumbraba la posibilidad de una operación de gran envergadura consistente en la compra de barcos españoles, incluso usados. Si no se había llegado todavía a un acuerdo con los astilleros españoles, era únicamente por no convenirles a los búlgaros el motor que aquellos proponían. El camarada Dimitchev, responsable de la Sección Extranjera del partido, resultó ser también veterano de las Brigadas, así como el director general de la empresa Technoexport, encargada de las operaciones. Este estuvo en España como ayudante de un consejero del Ejército del Este y “tenía unas ganas locas de encontrar a camaradas españoles y aunque había tenido noticias de que Delage [antiguo comisario de Modesto en el Ejército del Ebro] estaba en Sofía nunca había logrado verle. Los pusimos en contacto”[32].

Más adelante se verá cuál fue el fruto de la vieja camaradería.

HERMANOS, PERO NO PRIMOS.

En la coordinación entre los partidos y JGE para la conversión de fondos de solidaridad en mercancías había que tener en cuenta tres factores: que fueran «las que más nos interesan a nosotros; dentro de ellas, aquellas de que disponen en el momento en que se las pidamos; y además, que sean las que más se cotizan en el mercado mundial». JGE entregaba el pedido a la empresa determinada y ellos hacían todas las gestiones interiores, poniendo las mercancías en el puerto de embarque. El coste del transporte hasta el puerto se deducía de la suma. Los fletes marítimos hasta Venezuela los pagaba JGE a la casa embarcadora enviándole un cheque en dólares al recibir la noticia de que las cajas estaban dispuestas para el embarque.

El problema venía a la hora de qué tipo de divisas había que considerar a la hora de convertir el dinero en mercancías. En los países del COMECOM había dos unidades de cuenta: las divisas «para exportación» –cuyo tipo de cambio era más alto- y las destinadas al mercado interior –que suponían una equivalencia divisa/dólar mucho más desfavorable. Lo ejemplificaban los alemanes en 1963: «una bicicleta alemana vale, en el mercado interior, unos 400 marcos, pero en el mercado internacional vale cuatro o cinco veces menos»[33]. Los delegados de JGE tenían la sospecha de que los polacos, por ejemplo, no habían jugado limpio en 1962. El millón de zlotys recolectado por la Comisión de Solidaridad con España se convirtió, en la práctica, en unos 10.000-12.000 dólares, de los cuales fue preciso deducir los fletes marítimos. «Nuestra opinión es que nos hacen un cambio zloty/dólar muy inferior al que realizan ellos en los negocios en general». El zloty cotizaba a 76 el dólar, lo que hubiese dado lugar a un montante de 13.157 dólares. «Creímos correcto no entrar en discusiones», concluyeron resignadamente.

Mucho más escandaloso, como lo ocurrido con el carbón, fue lo perpetrado por los checos. En febrero de 1962, el representante de JGE efectuó la etapa en Praga de su gira por los países del bloque. Con el PCCh debía negociar la conversión de 200.000 coronas de los fondos de solidaridad. Hubo un primer intento de escaqueo por parte del ministerio. Se insinuó que esa cantidad se dejara para los comunistas españoles que iban a Praga a curarse. Después salieron con que no podían mantener un anterior compromiso de que la conversión fuese a base de coronas de exportación y que cambiarían a base de los precios del mercado interior. «En una palabra, que en vez de ser a 10 coronas el dólar, será a 25-30», lo que suponía que, en lugar de recibir el equivalente a 20.000 dólares, los españoles habrían de contentarse con entre 6.666 y 8.000.

El 4 de abril se dieron a conocer los precios exactos de las mercancías que se iban a enviar a Venezuela: 786 pares de botas, por 70.000 coronas; 546 despertadores, por 60.000 coronas; 1.000 termos, por 20.000 coronas. Total: 130.000 coronas, equivalentes a 1.900 dólares. «Es decir, ¡¡¡a unas 65 coronas el dólar!!!». Un escandalizado representante de JGE se entrevistó con un alto funcionario del ministerio de Comercio Exterior, que intentó tranquilizarle: la convertibilidad de las 200.000 coronas podía llevarse a efecto, según instrucciones del Comité Central del partido hermano y del Consejo Central de los Sindicatos. Unicop sería la empresa encargada de la adquisición y envío de las mercancías. La postura era firme: estas se comprarían en el mercado interior del país, a precios que no guardaban relación  con los precios vigentes para la exportación. Un artículo cuyo precio de exportación equivalía a 100 coronas, comprado con coronas del mercado interior podía valer hasta 500 o 600. Los embarques se harían a finales de abril, finales de junio y finales de julio, con un tercio en cada una de las líneas, a través de una compañía de Hamburgo. En una solución salomónica, el resultado final a precio CIF de la operación en el puerto venezolano de La Guaira sería de 160.000 coronas, el equivalente a 3.325 dólares a razón de un cambio -«¡¡¡Qué cambio!!!», en expresión de JGE– de 48 coronas/dólar[34].

Checoslovaquia, seguido de Rumanía, fue el país donde mayores obstáculos encontró JGE para su labor, con la sensación de dar vueltas y chocar siempre con un muro invisible. La impresión era que el viceministro les atendía y hablaba con sus delegados por obligación, como una carga que el Comité Central  le había echado encima, y de la que estaba deseando descargarse en cualquier subordinado. Era el único sitio sonde no se lograba tener una conversación con algún camarada de la sección extranjera para exponerle los asuntos, cambiar impresiones sobre cómo solucionarlos mejor, sacando la impresión de que no existía «una comprensión política de la situación de nuestro país y de nuestro trabajo». La actitud checa obedecía a que desde principios de 1962 se habían adoptado medidas impulsadas por el gobierno y el partido por las que las empresas ya no tenían atribuciones para hacer operaciones que no fueran meramente comerciales y, como ejemplificaba el caso de la industria del cine,  Ceskoslovenky Filmexport,  tendentes a obtener el precio más elevado posible con el objeto de conseguir más divisas. [35]

El problema era que los agentes de JGE no veían –o no podían concebir- que para algunos de los partidos hermanos el internacionalismo había cedido paso al bussines is bussines. Quienes lo seguían practicando, como los búlgaros, lo entendían de una manera muy modesta. A finales de 1962,  el jefe de la sección extranjera y responsable del departamento de relaciones con los países de Europa occidental y el viceministro de Comercio facultaron la entrega de mercancías por valor de 8.000 levs (4.000 dólares en precios de exportación). Según el representante de JGE, los camaradas búlgaros veían la ayuda a España de una forma muy limitada, solo enviando paquetes y facilitando ropa para los que salían de la cárcel. En Hungría se habían recogido 5.700.000 forintos (57.000 dólares), pero no hacían colectas permanentes ni periódicas: darían dinero cada vez que hubiera huelgas[36].

La contestación más brutalmente sincera fue la proporcionada por los responsables de la cinematografía estatal rumana, Romfilm. En una reunión en Bucarest en abril de 1964 en la que JGE pretendía lograr la exclusividad de exhibición para España, los rumanos les informaron de que habían cambiado el sistema: ahora compraban y vendían al contado. Acudían a un festival, exhibían y si había varios interesados, cedían el film  al que más les pagara en el acto, «sea la casa de donde sea». No dándose por vencido, el delegado de JGE mantuvo una entrevista con el camarada Lazarescu, suplente del Comité Central. Lazarescu le confirmó que esa era la línea general de todo su comercio exterior. En el transcurso de la conversación repitió varias veces que «el comercio es el comercio y la política es la política» y que no querían «que el comercio pudiera ser en cierta forma una subvención a otros hermanos». [37]

COMERCIANDO CON EL DIABLO.

Si con los camaradas las cosas no iban demasiado bien, en ocasiones el comercio hacía fluir los contactos con los adversarios. Entre octubre y diciembre de 1962, la empresa de Estarriol giró visita a Polonia y Bulgaria intermediando para una firma española, Espaco S.A. En Polonia el interlocutor era el director general de Polimex, el camarada Kolarski, excombatiente de las Brigadas Internacionales, lo que, como ya se ha visto, era jugar sobre seguro.  El gobierno español tenía el proyecto de reparar la red de carreteras y construir otras nuevas en 1963. A este efecto precisaba importar maquinaria de obras públicas por valor de 60.000 millones de pesetas. Las licitaciones se abrirían a principios de 1963 y en ellas participarán varias firmas españolas, entre ellas el grupo Espaco S.A. de Madrid. Uno de los directivos de esta sociedad, Antonio González Adalid, había entablado contacto con JGE por mediación de amigos comunes -«uno de ellos, camarada». Se llegó a un principio de acuerdo por el que la parte de la maquinaria que se importara de los países socialistas se haría por intervención de JGE  y se repartirían los beneficios. El director de Polimex prometió que haría cuanto de él dependiera para dar facilidades de compra, precios, plazos de entrega, etc. a fin de que Espaco S.A pudiera comprar parte de la maquinaria a Polonia, «con lo cual también nos beneficia a nosotros»[38].

En el mismo paquete entraba una operación de JGE en Bulgaria. Era la relativa a la ya citada compra de barcos españoles, nuevos o usados, en la que estaba implicado otro ex interbrigadista. Bulgaria deseaba comprar en1963 un petrolero y dos carboneros y otros tantos en 1964 y 1965. Era un negocio que sumaba varios millones de dólares, con un beneficio considerable para los intermediarios. De nuevo, la empresa española interesada en la operación era Espaco S.A. La operación era de tal envergadura que González Estarriol debió examinarla con la dirección del partido en primer lugar, y después con Espaco S.A. En esta aventura el partenaire del Partido Comunista de España era ni más ni menos que una empresa liderada por el citado González Adalid, consejero de astilleros Elcano, del grupo INI, y compañero de estudios del ministro franquista Ullastres, con excelentes conexiones con los organismos españoles de los que dependía el comercio exterior. Es decir, un prohombre del régimen, encabezando un looby empresarial de un sector estratégico, había buscado el contacto con los comunistas para concursar con ventaja en una adjudicación millonaria al otro lado del Telón de Acero, aceptando que las pingües comisiones obtenidas por su intermediación (según cálculos de Estarriol, unos 200.000 dólares solamente sobre los barcos nuevos) fueran a proporcionar combustible a la maquinaria de la organización que más tenazmente trabajaba por el derrocamiento del franquismo. Al lado de esto, Lazarescu resultaba un modesto aprendiz.

Por parte de Bulgaria, el entusiasta director general de Technoexport se comprometió a reservar la operación para sus camaradas españoles.  Las licitaciones se abrirían a partir del 15 de diciembre y concurrían unas diez casas. Él, de acuerdo con el ministerio, presentaría las condiciones más duras a las nueve casas restantes, para dar las más fáciles a las que JGE le indicara, con lo cual la operación era casi segura para esta. Estaba previsto el viaje a Sofía de un experto de Espaco S.A, acompañado o no por González Estarriol. JGE decidió desplazar a esa capital a un peso pesado, Manuel Lafuente, para seguir de cerca, con los camaradas búlgaros, toda la operación[39].

A medida que Bulgaria iba recibiendo ofertas de otros países en los primeros meses de 1963, se informaba a JGE de las condiciones. Japón ofrecía las mejores: mediante una línea de crédito, Bulgaria no debería desembolsar nada en 1963. Concurrían también Gran Bretaña, Grecia –que aceptaría una parte del pago en mercancías- y Francia. Los responsables búlgaros estaban convencidos de que España podía dar precios y condiciones de pago muy cercanas a las de los japoneses -lo que confirmó  Espaco S.A. mediante telegrama-[40].  Por su parte, harían cuanto pudieran para dar la preferencia a los asociados de JGE, no tanto porque apreciaran altamente la producción española «sino porque saben de qué se trata y quieren hacer patente su solidaridad y ayuda».  El ministro de Comercio Exterior y un jefe del departamento ministerial manifestaron que «están completamente de acuerdo con darnos toda su ayuda por lo que esta operación representa como ayuda a nuestro partido. Incluso aunque las condiciones españolas fueran ligeramente desventajosas para ellos con relación a las de otros países».

Sin embargo, las expectativas parecieron desinflarse en marzo.  Estarriol se reunió personalmente con Technoexport en carácter de comisionado de las empresas españolas interesadas en la operación. El bien dispuesto camarada director general había cesado, aunque seguía intentando favorecer a los españoles ante el ministerio de Comercio. Estarriol presentó las ofertas, planos y condiciones de los distintos astilleros. Los búlgaros dirigieron una carta a Madrid indicando ciertas modificaciones e insinuando que los precios ofrecidos no correspondían a los que ellos tomarían en consideración. Informaron de los niveles de precios de la competencia y de la posibilidad de que, si no hubiera acuerdo, la operación se la llevarían casi seguro Grecia y Japón. El informe de Estarriol finalizaba sombríamente: «No es muy fácil que los astilleros españoles puedan llegar a un acuerdo en tan corto tiempo»[41].

¿Abortó la operación o llegó a término? Desconocemos su alcance posterior. Tampoco se sabe más de JGE a partir de la segunda mitad de los 60. Quizás acusó los embates de las fracturas abiertas entre el PCE y el campo del «socialismo real» a partir de la Primavera de Praga[42]. Sí sabemos lo que pasó con uno de los protagonistas de la operación búlgara. El 28 de septiembre de 1963, Estarriol escribió una carta a Tomás García, responsable de la Comisión Económica del PCE, residente en París. En ella decía: «Otra noticia que quizás no conozcas es que tu amigo Antonio González Adalid ha sido nombrado Director General de Industrias Navales en el Ministerio de Industria [encabezado por el supernumerario del Opus Dei López Bravo]»[43]. ¿Recompensa o toma de posiciones con vistas a un mercado de futuros? En cualquier caso, demostración empírica de que, contradiciendo al proverbio, para comer con el diablo no hay por qué emplear siempre una cuchara larga.

BIBLIOGRAFÍA:

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Garrido Caballero, Magdalena (2006), Las relaciones entre España y la Unión Soviética a través de las Asociaciones de Amistad en el siglo XX (Tesis doctoral), Murcia, Universidad de Murcia,  http://digitum.um.es/xmlui/handle/10201/186

Gomart, Thomas (2003), Double détente: Les relations franco-soviétiques de 1958 à 1964, Paris, Publications de la Sorbonne,

Guixé i Coromines, Jordi (2002),  L´Europa de Franco. L´esquerra antifranquista y la “caça de bruixes” a l´inici de la guerra freda. França, 1943-1951. Barcelona, Publicacions de l´Abadia de Montserrat.

Lister, Enrique (1983), Así destruyó Carrillo el PCE, Barcelona, Planeta.

Lobejón Herrero, Luis (1999), España en el comercio Este-Oeste, 1961-1991. Valladolid, Universidad de Valladolid.

López Tovar, Vicente (s/f): Memorias (Manuscrito inédito).

Martín de la Guardia, Ricardo M. y Pérez Sánchez, Guillermo Á (2002) “La Europa del Este en la historiografía española de las relaciones internacionales”, Revista Ayer, nº 46, Madrid, Marcial Pons.

Moreno Prasolis, Rodrigo (2002)  Memorias de comunista, Barcelona, Milenio.

Riambau, Esteban (2007), Ricardo Muñoz Suay. Una vida en sombras, Barcelona, Tusquets.

Viñas, Ángel (2013), Las armas y el oro. Palancas de la guerra, mitos del franquismo, Barcelona, Pasado & Presente.

Yusta Rodrigo, Mercedes (2003): Guerrilla y resistencia campesina. La resistencia armada contra el franquismo en Aragón (1939-1952), Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza.

 

[1] El País (14/02/1979). http://elpais.com/diario/1979/02/14/espana/287794818_850215.html

[2] ABC (12/02/1992, pág. 27).

[3] Andrew, 1999, pp. 300-303.

[4] ABC (16/02/1992, pág. 29). La definitiva demolición del mito del oro en  Viñas, 2013 pp. 147-269.

[5] La sede del Buró Político se fijó en la que lo fue de Acción Popular –Serrano, 5, Madrid- y las del PSUC en Barcelona radicaron en el Hotel Colón y en La Pedrera. El partido se incautó de bienes suntuarios –plata en lingotes-que fueron sacados a Francia, cayendo, junto con parte del archivo, en manos de la policía en Saint Cyprien (Centre d´Estudis Histórics Internacionals –CEHI-, Fondo AM 3 / 4).

[6] Carrillo, 2008, p. 516-518.

[7] En Manjou, en el departamento de Aude, funcionó una explotación cuyo titular, el doctor Delteil, pagaba de su bolsillo los salarios de los españoles empleados, a los que cedió el producto de la venta de todo el carbón que pudieran fabricar a fin de que lo destinaran al sostenimiento del aparato del PCE y, posteriormente, del XIV Cuerpo de guerrilleros. Otros aceptaron figurar nominalmente como titulares de explotaciones que, en realidad, pertenecían a comunistas españoles que fueron haciéndose progresivamente con el control de un mayor número de enclaves, cuyos réditos se destinaban, en su mayoría, al sostenimiento de los gastos del partido. López Tovar(Inédito).

[8] Yusta Rodrigo, 2003, pág. 78.

[9] Íbid. pp. 495-406.

[10] Moreno Prasolis, 2012, p. 400.

[11] «Esta empresa no fue ni mucho menos un ejemplo de administración socialista (…) Los obreros no estaban contentos, los sueldos no eran en relación con el esfuerzo consentido, es verdad que en ese momento era difícil encontrar trabajo, pero a medida que el tiempo pasaba los obreros desaparecían, pues estaban mejor pagados al exterior. Cuando llegaba el momento de cobrar era un escándalo: la cotización al Partido, al Socorro Rojo, ayuda a la Juventud, a la Unión de Mujeres, a los presos de las cárceles en España, a las Guerrillas, etc. […] Esta empresa murió falta de mano de obra, malos salarios, y muchas cotizaciones a pagar, y sobre todo la mucha gente que comía de ellos sin trabajar». López Tovar, (inédito).

[12] Para la operación Bolero-Paprika, Guixé i Coromines, 2002.

[13] En noviembre de 1948,  el ministro del Interior, el socialista Jules Moch, denunció ante la Cámara la colusión entre el BCEN, el aparato el estado soviético y el PCF y reveló que de 100.000 acciones de 500 francos del capital, 99.700 eran ostentados por la banca estatal soviética y la banca para el comercio exterior. Los 300 restantes pertenecían a comunistas rusos o franceses. Gomart, 2003, pp. 79-80.

[14] Garrido Caballero, 2006, p. 49.

[15] Lobejón Herrero, 1999. Citado en  Martín de la Guardia y Pérez Sánchez, 46 (Madrid,2002), p. 141.

[16] ATG, 11/12/1958.

[17] AHPCE, TG, depositado en el Archivo Histórico del Partido Comunista de España (AHPCE), Fondo José González Estarriol (JGE), Carta del 16/12/1957.

[18] AHPCE, TG, JGE Carta del 16/12/1957

[19] AHPCE, TG, JGE, 10/6/1958 y 4/10/1958. Las naranjas Navel y las mandarinas también eran muy demandadas en Polonia y Hungría.

[20] AHPCE, TG, 26/12/1958.

[21]  AHPCE, TG, JGE, 27/5/1958; /10/1958 y 30/10/58.

[22] AHPCE, TG, 24/3/1958.

[23] AHPCE, TG, 18/11/1958.

[24] Riambau,, 2007, p. 323

[25] La negociación de derechos de exhibición de films, las giras culturales y los derechos de traducción fueron otras tantas fuentes de recursos para el PCE, pero su tratamiento no cabría en este artículo.

[26] El porcentaje se conoce por otra carta dirigida a la siderometalúrgica húngara en la que, a cuenta de participar el interés en una partida de varillas de hierro para la construcción se les indica: «Les agradeceremos que en los precios ofertados venga incluida nuestra comisión del 2%». AHPCE, TG, 18/11/1958

[27] En una carta de Estarriol a Tomás García miembro del Comité Central del PCE y responsable de la Comisión Económica, se dice: «Sírvanse instruirnos si seguimos enviando por intermedio del Banque du Commerce la suma indicada». AHPCE, TG, 10/3/1966.  El Banque Commerciale de l´Europe du Nord, con sede en París, era propiedad del  Gosbank, el Banco Nacional de la Unión Soviética. Durante la Guerra Fría, actuó como banco depositario para el Partido Comunista Francés y sus organizaciones. Perfectamente integrado en el sistema bancario francés, el BCEN gestionaba los flujos financieros soviéticos hacia Francia y la casi totalidad de los flujos financieros franceses hacia la Unión Soviética. De hecho, monopolizaba las relaciones financieras. Gomart, 2003, pp. 79-80.

[28] AHPCE, Internacional, Checoslovaquia, Asuntos comerciales, 96/ 3.1.7., 3/1963.

[29] AHPCE, Internacional, Checoslovaquia, Asuntos comerciales, 96/ 3.1.7, 20/5 y 4/10.

[30] AHPCE, Internacional, Checoslovaquia, Asuntos comerciales, 96/ 3.1.7.

[31] AHPCE, Internacional, Checoslovaquia, Asuntos comerciales, 96/ 3.1.7, 18/11-2/12, 1963.

[32] AHPCE, Internacional, Checoslovaquia, Asuntos comerciales, 96/ 3.1.7, octubre/diciembre, 1962.

[33] AHPCE, Internacional, Checoslovaquia, Asuntos comerciales, 96/ 3.1.7, marzo 1963.Los alemanes proponían, por el contrario, adquirir unos gemelos de teatro que en el mercado interior valían unos 200 marcos y en el mercado internacional, tres veces más. La respuesta de JGE el 27/5/63 fue que «de gemelos de teatro el consumo es pequeño pues casi no hay teatros en [Venezuela]».

[34]AHPCE, Internacional, Checoslovaquia, Asuntos comerciales, 96/ 3.1.7, 2/2/1963 y 4/4/1963. El asunto fue calificado por el delegado de JGE como «una jugarreta bastante sucia».

[35] AHPCE, Internacional, Checoslovaquia, Asuntos comerciales, 96/ 3.1.7, Octubre-diciembre/62.

[36] AHPCE, Internacional, Checoslovaquia, Asuntos comerciales, 96/ 3.1.7, 3-12/12/1963.

[37] AHPCE, Internacional, Checoslovaquia, Asuntos comerciales, 96/ 3.1.7, 15/4/1964.

[38] AHPCE, Internacional, Checoslovaquia, Asuntos comerciales, 96/ 3.1.7, octubre-diciembre/1962.

[39] Manuel Lafuente era Secretario del Consejo Mundial de la Paz.

[40] Technoexport aceptaría de la parte española las siguientes condiciones: 150 dólares /Tm bruto. Condiciones de pago: 20% cash y 80% con crédito de 7 años: En cash 5% al firmar el contrato, pagado en mercancías, y 15% contante a la entrega; además, hasta el 60% de la operación pagado en mercancías y el 40% restante en divisas. Cesión de los derechos de siete películas búlgaras para 5 años, cuatro por 3.000 dólares y una por 2.500. Si se venden por ese precio, comisión del 15%; si se supera, la diferencia para JGE. Además, una coproducción dirigida por J.A.Bardem.

[41] AHPCE, Internacional, Checoslovaquia, Asuntos comerciales, 96/ 3.1.7, marzo 1963.

[42] Uno de sus responsables, Manuel Lafuente, fue expulsado del PCE en 1970 por su alineamiento con las posiciones de Lister. Lister, 1983, pp. 231 y 236.

[43] AHPCE, TG, 28/9/1963.

Comunicación presentada al VI Congreso de la Asociación de Historiadores del Presente: La apertura internacional de España. Entre el franquismo y la democracia, 1953-1986.  ( UNED, 7-8 mayo de 2014)

3 respuestas a “Comerciando con el diablo: las relaciones comerciales con el Telón de Acero y la financiación del PCE a comienzos de los años 60.

  1. Excelente artículo,Fernando, como todo lo tuyo. Por si te interesa, hay datos de sobra sobre el dinero enviado al PCE (y más tarde al PCPE) por diversos gobiernos comunistas (yo he visto de URSS, RDA, Polonia y algo de Rumanía. Los archivos están a tu disposición. Un saludo. José M. Faraldo

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