Compendio de heterodoxos (II): José del Barrio Navarro, activista y disidente: El Movimiento de Acción Socialista (1950-1953).

del barrio

Esta comunicación tiene como objeto la aproximación a la figura de José del Barrio Navarro (1909-1989), en particular en lo tocante a sus intentos de reconstrucción de un movimiento comunista divergente –en la estela del modelo yugoslavo- durante la década de los 50. Ello venía precedido de una intensa trayectoria política, la de uno de tantos activistas pertenecientes a la generación que, durante la primera mitad del siglo XX creyó ver en el Octubre soviético el acontecimiento fundacional de un tiempo nuevo.

Un hombre de acción.

José del Barrio  Navarro nació en Valladolid, en 1909, pero su vida política se desarrolló desde muy pronto en Cataluña. Metalúrgico de oficio, comenzó a militar en la CNT con quince años. Al mismo tiempo, se afilió a las Juventudes Comunistas, de las que fue elegido secretario en 1927, trasladándose a Bilbao. Allí debió conocer a Vicente Uribe, quien juzgaba negativamente su apuesta por la fusión de las Juventudes con el PC en una sola estructura partidaria, pues, según Del Barrio “para hacer la Revolución no hace falta organización independiente de la Juventud; los bolcheviques habían hecho la revolución sin tener organización juvenil”[1]. Tuvo que aceptar la derrota de sus tesis en el 5º congreso de la Internacional Juvenil Comunista, al que asistió sustituyendo a Gabriel León Trilla.

En 1928 fue designado secretario de organización de la Federación Comunista Catalano-Balear, y participó en la formación del Partido Comunista Catalán en 1932. Secretario del Sindicato Metalúrgico de la CNT de Barcelona, en 1933 fue expulsado por su militancia comunista, pasando a integrarse en la UGT, de la que también fue elegido secretario general en junio de 1936. Participó en la constitución del PSUC en  julio de ese año, siendo elegido miembro de su Comité Central.

En los primeros momentos de la guerra civil representó a la UGT en el Comité Central de Milicias Antifascistas, y comandó la Columna “Carlos Marx”, que participó en el intento de reconquista de Zaragoza. Dirigió el XVIII Cuerpo de Ejército en la batalla del Ebro con el grado de teniente coronel, y ya entonces mantuvo diferencias con otros emblemáticos cuadros militares del PCE, como Lister y Modesto, así como con el delegado de la Komintern, Palmiro Togliatti (“Alfredo” o “Ercoli”). A este último le chocaba de Del Barrio (y de otros, como Jesús Hernández) el chirrido permanente entre la aceptación obligada de la disciplina kominteriana, de acuerdo a las necesidades de la geoestrategia soviética, y la voluntad mal refrenada de avanzar posiciones de poder. “Ercoli” decía, en uno de sus informes (22 de abril de 1938) que Del Barrio y otros exigían “que el Partido tome en sus manos todo el aparato del Ministerio de la Guerra y todo el ejército; se orientan excesivamente en el ejército a la conquista de puestos de dirección”[2].

Años después, en 1951,  Del Barrio criticó duramente a la dirección del PCE, a la que acusó de realizar una práctica derrotista desde el corte de la zona republicana en 1938. El abandono de la zona centro-sur por la mayor parte de los cuadros del PC, y el rechazo a considerar la posibilidad de concentrar la defensa en un área de los Pirineos -comprendida entre la Seo de Urgel, Puigcerdá y Camprodón, y hasta el norte de Berga- para ofrecerla como territorio liberado al gobierno de la República mientras estallaba el próximo conflicto mundial, respondía, según Del Barrio, a la voluntad liquidadora de la guerra por parte de Stalin, expresada en directrices a través de los delegados de la Komintern en España.  La respuesta del Buró Político (BP) del PCE, en plena campaña de sometimiento de la línea del PSUC a la suya propia, fue que semejante plan solo tenía como objetivo “la constitución de una República independiente (la “República Perea-Del Barrio”, como decían ellos), como un baluarte contra el PC de España. La tal cabeza de frontera, decía el BP del PCE sería la República de los aventureros” [3].

En febrero de 1939 pasó la frontera francesa, siendo internado en el campo de Sant Cyprien. Después  estuvo exiliado en  Moscú, Chile, y México. Como muchos otros miembros del PCE y del PSUC, se mostró sumamente crítico con el pacto germano-soviético. En Chile defendió la necesidad de la apertura del segundo frente continental en España –contradiciendo la línea oficial del PCE y de la URSS, que preferían mantener a Franco fuera de la guerra-, y acabó siendo expulsado en 1943 por criticar la política exterior soviética.  Cuando estalló la guerra mundial, la Internacional Comunista se dedicó a denunciar la guerra como un asunto imperialista ajeno a los intereses de los trabajadores. Las tornas cambiaron en junio de 1941 con la invasión alemana de la URSS. La IC enunció la línea política de “Unión Nacional” (UN), consistente en la creación de amplios frentes interclasistas donde se coaligaran todas las fuerzas cuyo objetivo principal fuera la derrota del fascismo[4]. Se pretendía el reconocimiento de la legalidad republicana de 1931, la constitución de un gobierno de Unión Nacional bajo la jefatura del doctor  Negrín, el restablecimiento de las libertades básicas en España y la alianza con la URSS y con las democracias contra Hitler[5].

El objetivo era unir a toda la nación -desde la clase obrera a la burguesía nacional- para evitar que Franco entrara en la guerra al lado de Alemania. Para ello, no se dudaba en hacer un llamamiento a sectores que, habiendo figurado en las filas del franquismo (carlistas, jefes, oficiales y clases del ejército, sectores conservadores y católicos, grupos capitalistas españoles ligados al capital anglo-americano) estuviesen dispuestos a defender la causa de la independencia nacional[6].

Tras la disolución de la Komintern en 1943, la línea política de UN dio una nueva vuelta de tuerca hacia posiciones aún más próximas a la alianza con los sectores conservadores.  Quedaba trazaba una línea de confrontación a uno de cuyos lados se encontraban Franco y los falangistas germanófilos, y al otro, el resto del país, incluyendo hasta las más diversas fuerzas conservadoras: Industriales, terratenientes y comerciantes. El programa de esta segunda versión de UN contenía los siguientes puntos:  Ruptura de todos los lazos con el Eje, depuración de falangistas del ejército y la administración, liberación de presos y retorno de exiliados, restablecimiento de las libertades, y convocatoria de una Asamblea Constituyente para que el pueblo, libre y democráticamente, decidiese el futuro régimen del país. Desaparecían, pues, las referencias al gobierno Negrín, a la legalidad republicana y a las autonomías, buscándose la aproximación a los monárquicos juanistas[7].

El estupor de las bases se traducía en un sordo malestar y en el abandono o exclusión de la militancia activa[8]. Por ejemplo, la delegación del PCE en México, dirigida por Uribe y Mije, ahuyentaba a los posibles aliados conservadores y repelía a los de la emigración republicana. En una carrera de despropósitos, tan pronto creían inminente una insurrección popular contra Franco como invitaban al pronunciamiento de  “un militar con redaños que desenvainara su valerosa espada” contra el dictador[9].

La polémica se agriaría aún más desde comienzos de 1943: la derrota alemana en Stalingrado, y la cada vez más previsible victoria de los aliados, provocó el surgimiento dentro del PCE de voces que reclamaban un reformulación de la política de UN, abandonando el proyecto de alianza con los monárquicos y los tránsfugas del franquismo, por innecesaria, y apostando por la aproximación de nuevo a los viejos socios republicanos y socialistas.

Las críticas fueron pronto silenciadas por las purgas internas. Destacados dirigentes, como Margarita Nelken, abandonaron el partido. Otros, como José del Barrio, fueron expulsados. Del Barrio fundó entonces en México el Movement per l´adreçament del PSUC, y contactó con el ex dirigente del PCE Jesús Hernández cuando este fue expulsado del PCE en 1944. La línea de UN fue objeto de debate entre ambos, y la polémica apareció en las páginas del  Treball  del grupo de Del Barrio, publicado en México en septiembre de 1944[10]. Más tarde coparticiparon en la elaboración de una carta colectiva de condena a la persecución desatada por Stalin contra antiguos miembros de las Brigadas Internacionales, carta que remitieron a significados intelectuales del exilio para su firma[11]. Juntos acabaría emprendiendo la formación de un partido comunista independiente, en la órbita del “titismo”, entre 1950 y 1953.

La experiencia yugoslava

Tras la ruptura entre la Yugoslavia de Tito y la Kominform, la embajada yugoslava en México alentó la reunión de las personalidades y grupos interesados en constituir un grupo titista. La tentativa de constitución del nuevo partido iba a pasar por la coordinación de tres grupos distintos: el grupo de Jesús Hernández –articulado en torno a la efímera revista Horizontes-; el Círculo Jaime Vera, que agrupaba en México a los socialistas de izquierda de la tendencia encabezada por Negrín y Álvarez del Vayo -que había sido excluida del PSOE en 1945- y a los miembros del colectivo que publicaba la revista Las Españas; y Acción Socialista, movimiento impulsado por José del Barrio y Félix Montiel.

Los primeros contactos tuvieron lugar en el marco de una doble convocatoria: la de una convención de las fuerzas republicanas en el exilio para redefinir la estrategia de la lucha contra Franco bajo las nuevas condiciones de la postguerra mundial, y la del Congreso por la Paz en Zagreb[12]. El proyecto de convocatoria de una convención de fuerzas antifranquistas es el relato –uno más- del fracaso motivado por fragmentación organizativa, la división interna y los enfrentamientos personalistas de la oposición republicana en la diáspora. El nuevo marco de relaciones internacionales dibujado por la guerra fría situaba al exilio ante el fin del sueño de una intervención aliada para derrocar al más antiguo aliado del Eje. La geoestrategia se imponía sobre la restitución de la democracia a España. La lucha guerrillera impulsada por el PCE entraba en un proceso de aislamiento. El resto de fuerzas políticas se debatía entre la parálisis desorientada de los socialistas prietistas y la carencia de potencial movilizador de los antiguos partidos republicanos[13].

El único fruto visible de la frustrada convocatoria de convención, desde el ámbito de la izquierda, fue el contacto entre los grupos partidarios de crear una fuerza política de nuevo tipo. En palabras de José del Barrio, “el problema central es: Lucha contra Franco a través de la organización de una fuerza independiente que reúna al antifascismo hispano por la República. Nosotros no hablamos de ‘Tercer  Frente’ (…) Nosotros debemos constituir la única fuerza independiente hispana en condiciones de luchar efectivamente por la libertad”[14].

Las conversaciones a tres bandas se realizaron entre los comunistas de Horizontes y los socialistas del “Jaime Vera” en reuniones personales, y con Acción Socialista mediante correspondencia, a la espera del viaje de Jesús Hernández y alguno de sus compañeros al Congreso de Zagreb. La primera reunión tuvo lugar en la embajada yugoslava en México. Acudieron a este encuentro Angulo, Arana, Carretero y Garcés –del “Jaime Vera” y de la revista Las Españas– y Hernández, Cuello y Hierro –del grupo comunista Horizontes[15].

Hernández y Hierro diseñaron la propuesta de programa del nuevo partido. El documento se titulaba “Problema de la clase obrera española. La tarea actual” y se eligió el 1 de mayo como fecha emblemática para su redacción. Se partía de un presupuesto inicial: si hasta ese momento, la tarea había sido “regenerar el PCE desde dentro y desde fuera”, en adelante el objetivo era “aglutinar a la clase obrera española en un partido potente, nuevo y renovador, auténticamente nacional, popular y democrático, marxista en su teoría, proletario en su composición e ideología y español en su política”.  El nuevo partido pretendía reunir en su seno “el profundo sentimiento democrático y el elevado concepto de la personalidad humana del socialismo español. La combatividad y el arraigado españolismo del anarquismo; las normas de organización, la disciplina consciente, la audacia revolucionaria, del ejercicio de la crítica y la autocrítica del primitivo movimiento comunista”. El partido sería el nervio central para una alianza de fuerzas antifranquistas, unidas en un Frente Nacional para la derrota de la dictadura, con la perspectiva común de restablecer “una República auténticamente democrática y popular, que aborde la magna obra de la reconstrucción de España, que se proponga conducir a nuestro país por los cauces de la liberación, del progreso y de la justicia social”.

El partido estaría eximido de cualquier tipo de obediencia internacional, respondiendo exclusivamente ante las “realidades nacionales en lo político, en lo social, en lo económico, en lo cultural, en lo psicológico”  Eso no significaba renunciar al internacionalismo “en la acepción del concepto más fraterna, digna, humana y decorosa”, pero siempre que ello no menoscabara “la libertad e independencia de nuestra Patria, que no presuponga supeditación u obediencia a ningún otro Partido o país o grupo de partidos o países”[16].  .

 El Movimiento de Acción Socialista (1950-1951).

Las conversaciones con los socialistas de izquierda terminaron en fracaso: más que un programa, lo que ellos pretendían era meramente hacerse con el control de su organización. La concordancia en el proyecto de partido era mucho mayor con el grupo de Del Barrio. Este se acercaba a la concepción estratégica que Hernández y Hierro habían descrito: “Estamos de acuerdo –escribía Del Barrio- [que hemos] de ir  a la constitución de algo de tipo nuevo, mucho mas amplio y ambicioso que la reconstitución de nada de lo viejo. No se trata, ni se puede tratar, de salvar al partido comunista de España, ni de constituir, sobre la base de los comunistas disidentes, un partido comunista nuevo (…) Lo que hay que hacer es acentuar todavía mas nuestra visión de reunificación de las corrientes socialistas sobre bases nuevas. Hay que orientarse hacia un partido obrero independiente, o un partido de los trabajadores independientes”[17].

Los Círculos de Acción Socialista tenían una visión amplia y sin exclusiones de los sectores que estaban llamados a reconstituir la nueva izquierda: además de los comunistas alejados del kominformismo, contaban con aproximarse a la base socialista “tradicionalmente revolucionaria” y “consecuente con las tradiciones del socialismo español”, radicada en el exilio;  a la corriente “intransigentemente republicana de los socialistas del interior de España”; a la facción “caballerista” de México; incluso a grupos independientes como el MSC –Moviment Socialista de Catalunya– una escisión del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) fundada en Francia en 1945 y liderada por Josep Rovira[18]– y a los sectores ácratas “entre los que se manifiestan corrientes partidarias, aunque aún no suficientemente definidas, de romper los moldes tradicionales de la actuación llamada ‘apolítica’ del anarquismo para acercarse a quienes preconizamos la formación de un partido obrero independiente adecuado a nuestros tiempos”. Es probable que en esta visión ecuménica del nuevo partido pesara la experiencia del PSUC anterior a la bolchevización, del que procedía Del Barrio, pasada por el tamiz de las enseñanzas extraídas de las divisiones acaecidas durante la guerra y el exilio.

Del Barrio afirmaba que el 70 por 100 de los militantes comunistas que pasaron a Francia en 1939 estaba fuera del partido. A este sector se dirigía básicamente, intentando capitalizar los errores de la dirección encabezada por Pasionaria. El objetivo último era la constitución de “un nuevo y gran partido que ocupe las posiciones que han abandonado el PSOE y el PCE”. En política internacional defendían a Yugoslavia frente a la URSS y rechazaban la política de bloques[19]. Acción Socialista publicaba en París una revista homónima, cuyo primer número apareció en julio de 1950.

A pesar del alto nivel de coincidencia en los análisis, las divergencias personales no tardaron en aparecer. Hernández envió un artículo en el que valoraba el alcance de la huelga general de Barcelona, discutiendo la atribución del éxito al PCE en lugar de al PSUC de Joan Comorera[20]. Del Barrio le respondió a vuelta de correo que el artículo no se iba a publicar en el siguiente número de Acción Socialista, por discrepancias de su grupo  con la valoración que Hernández hacía de Comorera, quien había sido responsable de su expulsión del PSUC[21]. Las diferencias siguieron con las valoraciones que Acción Socialista hacía de la política del PCE durante los últimos tiempos de la guerra de civil española. Para Del Barrio, que calificaba de derrotista sin paliativos, mientras que para Hernández, antiguo Comisario General del Ejército de la zona Centro-Sur, había importantes matizaciones que introducir[22].

El viaje a Yugoslavia.

Aparcando las polémicas, Del Barrio, invitó a Hernández y a los miembros más destacados de “Horizontes” a que fueran al Congreso de Zagreb, donde tendrían ocasión de hablar de todos los problemas, expresando su seguridad de que llegarían a un acuerdo. El Congreso se celebró la última semana de octubre de 1951. Los asistentes fueron recibidos personalmente por Tito, a instancias de la Federación Yugoslava de Combatientes de la Guerra de Liberación[23]. La perspectiva de avanzar en la conformación de un grupo organizativo con cierta solidez y proyección debió limar asperezas entre Del Barrio y Hernández, hasta el punto de que ambos abrieron un debate en las páginas de “Acción Socialista” bajo el epígrafe “¿A dónde va Acción Socialista?”, en el que primaban las concordancias sobre las divergencias. Del Barrio definía la naturaleza del nuevo movimiento, que no era ni pretendía ser una reedición de los partidos clásicos:

“Nosotros estamos convencidas de que los partidos socialistas clásicos y los partidos comunistas clásicos han caducado en tanto que partidos del proletariado, de la clase obrera (…) Que me diga un comunista español qué le parece a él la actuación de no importa qué partido “socialista” condenado a ceder todos los días nuevas posiciones a las fuerzas conservadoras y reaccionarias, girando en la órbita de influencia de un imperialismo que hoy se desarrolla y entra en competencia con todas las fuerzas imperialistas rivales, y que pierde constantemente militantes e influencia entre las masas obreras. Y que me diga un socialista español qué piensa él de no importa qué partido “comunista”, del occidente o del oriente, en la oposición o en el gobierno, condenado a moverse al compás que le dicta un centro de dirección rígida, inapelable, absolutista, cuya finalidad es acrecentar a costa del esfuerzo de decenas de millones de trabajadores colonizados el standard de vida de unas castas burocráticas dirigentes y servir de vehículo a una política de expansión y dominio, a un imperialismo de tipo nuevo”[24].

Hernández, por su parte, llevaba a cabo una amplia revisión crítica de lo que había sido tradicionalmente la  estrategia y la táctica sectarias del comunismo, que habían contribuido en el pasado a separar a las corrientes históricas del movimiento obrero español. Había que abrir el marco de las alianzas y renunciar a detentar en exclusiva el papel de vanguardia[25].

Al regresar del Congreso Hernández y Del Barrio tuvieron dos reuniones en París. Del Barrio obvió el debate ideológico y planteó directamente el peso relativo de cada organización con vistas a la fusión. Dijo disponer de cuatrocientos militantes –Hierro rebajaba el número a la mitad-  “que valen más que todos los partidos juntos de la emigración; todos ellos tienen medallas y han sido jefes en la Resistencia; han estado en España en el valle de Arán, y en todas partes”. Hernández no contaba con una fuerza similar: a pesar de decir que podía aportar unos setenta –el número de cotizantes que tuvo Horizontes mientras se publicó- en realidad no contaba más que con ocho o diez simpatizantes a lo sumo[26]. Hernández se creyó las cifras de militantes aportadas por Del Barrio en lo que no era más que una jugada de farol. El PCE tenía un “topo” infiltrado en Acción Socialista en Francia, cuyos informes reflejaban el raquitismo –numérico e ideológico- de la embrionaria organización disidente:

 “Sufrí una gran ‘decepción’ –afirmaba- cuando me vi en presencia de los delegados que asistían a la conferencia [de los Círculos de Acción Socialista celebrada en Toulouse el 14 de octubre de 1951], pues tenía la impresión de que serían como número 20 ó 30, todos llenos de entusiasmo por haber roto, por fin, con el Partido Kominformista (…) Por el contrario, me tuve que convencer que eran pocos y en general con poca moral (…) La Conferencia ha reunido por fin y en todo nueve delegados”[27].

Desconociendo estas circunstancias, Hernández y Hierro dejaron a un lado sus reticencias y se rindieron a las apariencias de fuerza y capacidad organizativa de Acción Socialista. Acordaron con Del Barrio no formar una dirección central sino trabajar, en Francia y México, como grupos autónomos. Decidieron también trasladar la dirección del periódico a Toulouse, dado que allí existía un núcleo fuerte de la emigración y, de cara a una posible incidencia en el interior, estaba más cerca de España, lo que adquiría gran importancia si, como apuntaba Hernández, Tito reconocía al gobierno de Franco, lo que  “sería muy bueno que lo reconociera porque así nos permitiría trabajar en el interior del país a través de las delegaciones yugoslavas”[28].

Por caminos separados (1952- 1953)

De vuelta a México, Hernández y Hierro comenzaron a visitar a distintos miembros de la emigración para invitarles a formar parte del nuevo movimiento. Enrique Castro, antiguo adherente a las tesis de Hernández, pero cada vez más distanciado de la ideología comunista, mostró su convicción de que la supuesta originalidad del experimento yugoslavo no era tal, sino “un cuento para disfrazar una dictadura como la soviética”. A pesar de ello, se mostró dispuesto a ayudar a Hernández y a su grupo, pero haciendo la salvedad de que no estaba dispuesto a seguir a Del Barrio, al que decía admirar en lo personal pero condenaba en lo político. Según Castro, Del Barrio era un sectario y un ambicioso cuyo único objetivo era el de “suplantar al antiguo PC por otro partido del mismo tipo”[29].  Él solo estaba dispuesto a comprometerse si lo que se intentaba crear era un movimiento eminentemente democrático, nacional y español. El Movimiento de los Círculos de Acción Socialista se presentó oficialmente el 1 de marzo de 1952, definiéndose como un movimiento autónomo e independiente de los partidos existentes, cuyo objetivo era  “tratar de crear una corriente de opinión, inspirada en las mejores tradiciones democráticas de nuestro pueblo, que permitan desarrollar y vigorizar ideológicamente todo el pensamiento y la acción del socialismo español”[30].

Como el movimiento debía contar necesariamente con un órgano de expresión, Hernández comentó la oferta realizada por los yugoslavos para sufragar una publicación, pero Castro se negó a aceptar esta propuesta por lo que suponía de subordinación a una línea impuesta desde fuera y se ofreció a tirar la revista a su costa, poniendo el papel, imprimiéndola en sus prensas y corriendo con los costes de distribución. Hernández y Hierro aceptaron y propusieron comenzar a trabajar de inmediato. A propuesta de Castro la revista se llamó Democracia, subtitulada –por iniciativa de Hernández- “Órgano de Acción Socialista en México”. Democracia llegó a tener una tirada de 1.000 ejemplares, de los que 250 se enviaban a Del Barrio, en Toulouse; 650 se distribuían en México, y el resto se enviaban a distintos países. La distribución se realizaba por correspondencia, a direcciones facilitadas por José Bullejos, en el caso del extranjero, y por la embajada yugoslava, para el caso de México[31].

La línea editorial de Democracia, totalmente condicionada por Castro, acabó por provocar la desconfianza de los patrocinadores yugoslavos de Acción Socialista. Al poco de su aparición, Del Barrio remitió una carta en la que manifestaba su desacuerdo y el de Acción Socialista de Francia con la orientación que Castro estaba imprimiendo a la revista. Este respondió con un artículo titulado “Autorretrato político” donde, respondiendo a las críticas de Del Barrio, se declaraba categóricamente antimarxista, abandonando a continuación la militancia[32].

La crisis acabó por extenderse a las relaciones entre Del Barrio y Hernández. En abril de 1953, Del Barrio confirmaba en una carta a Margarita Nelken la ruptura del Círculo de Acción Socialista en México[33]. Hierro y Hernández se quedaron con el activo de la revista y el apoyo de la embajada yugoslava. Del Barrio, sin plataforma de prensa ni simpatizantes, consideró liquidada la organización en aquel país. Sus caminos, cuya andadura siempre había estado jalonada por  las fricciones inherentes a dos personalidades que rivalizaban en la vocación de liderazgo, se separaron definitivamente.

Los límites de la desestalinización.

El proceso abierto tras el XX Congreso del PCUS en 1956 abrió la puerta a una última tentativa de diálogo entre las corrientes divergentes del comunismo ortodoxo y el  Partido-matriz.  Del Barrio se manifestaba escéptico a priori: “Se ha hablado de las promesas de democratización del Partido, se ha hablado mucho de la corrección de errores, aunque los reconocidos hasta ahora sean mínimos (…); se ha modificado notablemente el lenguaje  que se empleaba con los comunistas que están fuera del Partido; y hasta se ha querido entrar en el camino de las ‘rehabilitaciones’. Pero todo esto es extremadamente limitado y está expuesto con argumentos insinceros por forzados”.[34]

Del Barrio sometió los acuerdos tomados por el PCE tras su V Congreso a una crítica demoledora. Comenzaba por cuestionar la validez congresual de la reunión[35]. No bastaba con depurar conductas de antiguos dirigentes, como Antón, Uribe o Mije, hasta entonces tildados como los “mejores discípulos de Stalin”, con la idea de acallar protestas y neutralizar críticas. Tampoco era suficiente dar entrada en el Buró Político a nuevos miembros (Carrillo, Claudín…) que,  por sus antecedentes, no ofrecían garantías de que pudiera verificarse una renovación política y la “introducción de la democracia proletaria en la vida interna del Partido”. Y los antiguos que seguían (como Lister) eran sobradamente conocidos.

El problema de base era que entre la guerra civil – la Conferencia Nacional celebrada en Valencia en marzo de 1937-  y 1954 no había habido un Congreso en regla del PCE. “Entre estas dos fechas – afirmaba Acción Socialista– el Secretariado sustituyó en todas sus prerrogativas al Congreso, al CC y hasta al BP (…) En consecuencia, el Secretariado ejerció su dictadura sobre el Partido sin cortapisas, haciendo y deshaciendo y sin consultar con la opinión de nadie”.  Del Barrio citaba todas las ocasiones en que la línea del partido había sido torcida a voluntad del Secretariado y sometida a vaivenes tácticos incongruentes por seguimiento de los intereses estratégicos del centro de decisión soviético: Durante la guerra de España, antes y en los momentos de la proclamación de los “13 puntos” del gobierno Negrín. Ya en el exilio, al firmarse el pacto germano-soviético y con motivo de la llamada “política de paz” de Moscú, y después con  el ataque nazi a la URSS; en 1942, con el primer manifiesto de Unión Nacional, “que acabó de pulverizar el exilio, destrozó el gobierno Negrín y dio la señal para el total desquiciamiento del Partido”. Al final de la guerra mundial, en los momentos de la liberación de Francia y al reconstruirse las instituciones republicanas y crearse el gobierno Giral. En el primer periodo de la postguerra, al constituirse el gobierno Llopis, la adhesión al Kominform, la aprobación de la resolución contra Yugoslavia, contradicha, al fin, tras la desaparición de Stalin y la celebración del XX Congreso del PC de la Unión Soviética.

Todo ello fue posible porque “a los miembros del CC que quisieron mantener sus derechos se les acusó de ser enemigos del Partido, de estar vendidos al fascismo, de ser agentes de la policía, y se les denunció como a tales, expulsándolos, persiguiéndolos, lanzando contra ellos sistemáticas campañas de calumnias infames. Se aplicaba así estrictamente y a fondo el sistema estalinista de dirección”. De hecho, cuando se celebró el V Congreso, en noviembre de 1954, la mayoría de los miembros del CC elegidos en el último pleno estatutariamente válido (46 de un total de 65) estaban muertos o habían sido expulsados del partido por diversos motivos. Otro tanto ocurría en el caso del PSUC[36].

El resultado final de esta deriva errática era la sangría de cuadros y militantes, ya fuera por expulsión o por extrañamiento. Acción Socialista venía denunciando desde hacía tiempo que la gran mayoría  de los militantes que el PCE y el PSUC tenían al acabar la guerra habían abandonado la organización.  El propio PCE reconocía que fuera de sus filas existían por los menos cuatro tipos de organización de los comunistas, a las que motejaban de “irregulares”: los seguidores de Hernández, los de Del Barrio, los que habían dejado la militancia activa y los que, habiendo sido antaño objeto de depuración, podían ser –al contrario que los dos primeros grupos- “recuperables” para el partido. Con ello se reconocía paladinamente que “el Partido está fuera de su Partido”.

Acción Socialista proponía la constitución  de una  “Comisión Organizadora del Congreso Extraordinario de todos los comunistas”, compuesta por representantes designados por partes iguales por el PCE y por cada una de las “organizaciones irregulares” y sectores de comunistas sin carnet, con poderes reconocidos y acatados por todas las partes. El Congreso tendría como orden del día “analizar el proceso seguido por el PCE desde la Conferencia Nacional de 1937; estudiar la situación de España y elaborar la línea política, la estrategia, el programa, de los comunistas; definir la posición de los comunistas ante la necesidad ineludible de reestructurar el movimiento socialista hispano; elaborar los Estatutos del Partido; nombrar los órganos de dirección”.

Pero todo ello sin olvidar la petición de responsabilidades. La Comisión Organizadora del Congreso debía nombrar una comisión “compuesta de comunistas de reconocido criterio propio, imparcialidad y honorabilidad”, ante la que tendrían obligación de comparecer todos los miembros del Comité Central nombrado en 1937 y cuantos otros militantes comunistas hubieran ejercido cargos de responsabilidad desde entonces hasta la fecha, militen o no militen en ningún sitio[37] . La demanda de la organización de Del Barrio concluía, de esta forma, con una resolución dura que resumía su postura de que una transformación sincera del partido no podía edificarse sobre una mera vuelta de página sazonada amablemente con rehabilitaciones, sino con un auténtico proceso de exigencia de responsabilidades y de dimisiones colectivas destinados a erradicar los vicios de funcionamiento del pasado.

El crepúsculo de una vieja gloria.

Las rehabilitaciones de Jesús Hernández y José del Barrio, así como ante los de Heriberto Quiñones, Jesús Monzón y Joan Comorera encontraron el veto firme de Ibárruri en su informe al V Congreso del partido, celebrado en Praga en 1954.  Tras el retorno al PCE de un gran número de los militantes de Acción Socialista, Del Barrio, por su parte, emprendió una deriva que le llevaría hacia posiciones que postulaban la insurgencia armada, al estilo de los movimientos de liberación nacional del Tercer Mundo.  A mediados de los 50 impulsó la creación de un denominado Movimiento Republicano Antifascista de Liberación Hispana, y de la Unión Cívica Española, plataformas que optaron por el mantenimiento de una oposición frontal, defensora del esencialismo republicano que consideraban traicionado por el pactismo del socialismo mayoritario, por el revisionismo del PC oficial y por la grave pasividad de un gobierno republicano en el exilio, al que consideraban poco más que una reliquia decorativa[38].

Alentaba en estos grupos la esperanza de que alguien hiciera algo para salir del impasse en el que se encontraba una oposición incapaz de ponerse de acuerdo en la realización de un esfuerzo efectivo para derribar a Franco. Es esta expectación la que conduciría a Del Barrio a saludar el llamamiento del general Alberto Bayo –antiguo militar republicano exiliado en Cuba, donde ejerció como instructor militar del Movimiento 26 de Julio de Fidel Castro – a una “intensificación de la lucha por la liberación de [los pueblos de España]”, a la reconstitución del ejército republicano y a la implantación de la IIIª República[39]. El contexto estaba marcado por el desarrollo de las guerras anticoloniales en África y Asia, y por el triunfo de la revolución cubana en enero de 1959.

Con Juan Perea Capulino y Vicente López Tovar, Del Barrio formó el Movimiento por la IIIª República y por la reconstitución del Ejército Republicano, con sede en Argel y una línea de actuación– aparte de su apoyo fraternal a acciones como la toma, en 1961, del trasatlántico “Santa María” (rebautizado Santa Liberdade) por el denominado Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación animado por el general portugués Humberto Delgado- más efectista que efectiva[40]. Privados de financiación, carentes del aparato logístico y de propaganda de los partidos tradicionales de la izquierda, sin capacidad para hacerse oír más allá de México o Toulouse, que periclitaban como cajas de resonancia de la actividad política del exilio, y sin posibilidad de incidencia en el interior de España en unos momentos en que surgía una nueva generación de oposición ajena a las experiencias de la guerra civil, los grupos disidentes minoritarios de la emigración republicana quedaron condenados a la marginalidad y la extinción.

 (Publicado en las actas del Primer Congrés d´Historia del PSUC, 2006)


[1] Archivo Histórico del Partido Comunista de España (AHPCE), “Vicente Uribe”, Praga, 1959. Manuscritos, tesis y memorias,  60/5.

 [2] Informe de “Ercoli” a la IC, 15 de septiembre de 1937. CARR, E.H: La Comintern y la Guerra Civil Española, Alianza Editorial, Madrid, 1986, p. 121.

[3] Archivo de la Universidad de Barcelona (AUB), “Copia de la parte relativa a la pérdida de Cataluña, incluida en el trabajo que con el título de Los movimientos populares en España y los jefes kominformistas se publicó en Borba de los días 10 y siguientes de Junio de 1951”. Legado José del Barrio, 2 (1) 0 (20).

 [4] FALCÓN, Irene: Asalto a los cielos. Mi vida junto a Pasionaria.. Temas de Hoy, Madrid, 1996,  p. 226.

 [5] ESTRUCH, Joan: ESTRUCH, J: El PCE en la clandestinidad (1939-1956), Siglo XXI, Madrid, 1982, p.72-73; y CLAUDÍN, Fernando: Santiago Carrillo. Crónica de un secretario general. Planeta, Barcelona, 1983, p. 70.

 [6] VV.AA: Historia del Partido Comunista de España,  Éditions Sociales, París, 1960,  p. 221-222.

 [7] ESTRUCH, Joan: El PCE en la clandestinidad… op. cit., p. 74-77. El diseño del manifiesto fue perfilado durante una reunión, el 3 de septiembre, a la que asistieron Dimitrov, Blagoeva, Pasionaria André Marty, Antón y Hernández. BANAC, I. (Ed): The Diary of Georgi Dimitrov (1933-1945), Yale University Press, New Haven-London, 2003,  pp. 240 y 241.

[8] “En toda la república mejicana no sobrepasarán el número de 300 los militantes que tenemos. De ellos más de 150 han sido expulsados del Partido. Se excluye a la gente por las cosas más mínimas y con la mayor naturalidad”.  AHPCE, “A la Delegación del CC del PC de España en la Unión Soviética”, México, 1944. Dirigentes, Jesús Hernández, 31/12.2.

 [9] AHPCE, “Carta abierta a todos los afiliados”, México, 1944. Dirigentes, Jesús Hernández, 31/12.2.

 [10] AHPCE, 1944. Divergencias, 107, 1/1.

 [11], Archivo Histórico Nacional (AHN), “Carta de José del Barrio a Nelken” (27/3/50), y contestación de “Nelken a Hernández” (4/7/50),  Fondo Margarita Nelken, legs. 3233-240 y 3237-78, citado en PRESTON, Paul: Palomas de guerra. Cinco mujeres marcadas por el enfrentamiento bélico. Mondadori, Barcelona, 2001, pp. 338 y 468.

 [12] Acción Socialista, n. 16, París, 15/08/51, p.1.

 [13] AHPCE, “A la Delegación del CC del PC de España en la Unión Soviética”, México, 1944. Dirigentes, Jesús Hernández, 31/12.2.

 [14] AHPCE, “Carta de Del Barrio a Hernández, 25 de febrero de 1951”,  México, 1951. Divergencias, 107, 2/10.

 [15] AHPCE, “Informe sobre el grupo H.C.D. n. 126”, México, 1951. Divergencias, 107, 1/1.

 [16] AHPCE,  “Informe sobre el grupo H.C.D. n. 125”, México, 1951. Divergencias, 107, 1/1.

 [17] AHPCE,  “Carta de Del Barrio a Hernández” 25/2/51,  México, 1951. Divergencias, 107, 2/10.

 [18] ELORZA, Antonio, y BIZCARRONDO, Marta: Queridos camaradas. La internacional comunista y España (1919-1939), Planeta, Barcelona, 1999,  p. 380.

 [19] ESTRUCH, Joan: El PCE… op. cit.,  p. 171-173.

 [20] AHPCE,  “Informe sobre el grupo H.C.D. n. 127”, México, 1951. Divergencias, 107, 1/1.

 [21] AHPCE,   “Carta de Del Barrio a Hernández”, 25/2/51,  México, 1951. Divergencias, 107, 2/10.

 [22] Los artículos se publicaron en castellano bajo el título  “La URSS en la guerra del pueblo español”, Acción Socialista, n. 24,  25, 26, 27-28, 31, 32-33 y 34, París, 1952. Todos ellos pueden consultarse en el fondo hemerográfico de la Fundación Pablo Iglesias (FPI).

 [23] ARCHIVO DE LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA DE YUGOSLAVIA (APRY), I-3-0/140, 1/11/51. Enviado al autor por Carolina Nina Udovicki, 19 de enero de 2006.

 [24] Acción Socialista, n. 18, París, 15 Septiembre 1951, p. 1 y 2.

 [25] Acción Socialista, n. 22-23, Paris 15 Diciembre 195, p. 1 y 2. Sobre el ambiente de confrontación violenta en Vizcaya en los años 20, MORÁN, G: Miseria y grandeza del Partido Comunista de España, 1939-1985. Planeta, Barcelona, 1986, p. 23.

 [26] AHPCE,  “Informe sobre el grupo H.C.D. n.130”, México, 1952. Divergencias, 107, 1/1.

 [27] AHPCE, “Conferencia de los Círculos de Acción Socialista de Francia y Argel, celebrado en Toulouse el 14 de octubre de 1951”, París, 1951. Divergencias, 107, 2/10;  y PIKE, D.W: Journes de gloire, journes de honte. Le Parti Communiste d´Espagne en France depuis son arrivée en 1939 jusqu´à son départ en 1950. Sedes, Paris, 1984,  p 204.

 [28] AHPCE, “Informe sobre el grupo H.C.D. n. 139”, México, 1951. Divergencias, 107, 1/1.

 [29]AHPCE, “Informe sobre el grupo H.C.D. 19/03/52”, México, 1952. Divergencias, 107, 1/1.

 [30] Democracia, 1 de marzo de 1952, México D.F.

 [31] AHPCE, “Informe sobre el grupo H.C.D. 31/03/52”, México, 1952, Divergencias, 107, 1/1.

 [32] MORÁN, Gregorio: Miseria y grandeza…op.cit. p. 78. En el archivo del PCE se conservan los números 3 y 4, de octubre y noviembre de 1952. AHPCE, El Español, México, 1952, Publicaciones periódicas, 242/ Carpeta 13.

 [33] AHN, “Correspondencia con José del Barrio.”París, 21/4/1953.Diversos, Fondo Margarita Nelken Legajo 3233, carpeta 254.

 [34] AHPCE, “Breves comentarios a la reunión del CC del PCE celebrada en los últimos días de agosto del 1956”, México, 1956. Divergencias, 107, 2/10. El texto comienza con esta fórmula dubitativa: “En la reunión que los dirigentes del CC del PCE celebraron en noviembre de 1954, a la que titularon “V Congreso...” (El subrayado es mío). En todas las citas posteriores, la referencia a la denominación de la citada reunión se realizan entrecomilladas.

 [35] AHPCE,  “Breves comentarios a la reunión del CC del PCE…”, México, 1956. Divergencias, 107, 2/10

 [36] Veamos cual era la situación del CC en el momento del “V Congreso”: Muertos: Miembros efectivos (16), miembros suplentes (3); Expulsados: Miembros efectivos (14), miembros suplentes (13). Quedaban en el CC: Miembros efectivos (15), miembros suplentes (4). Totales: 19 muertos, 27 expulsados, quedaban 19. Respecto a la situación del CC del PSUC nombrado al constituirse el Partido y cuyos miembros fueron confirmados en sus cargos por la Conferencia Nacional reunida en Barcelona en 1937: Muertos (17), Expulsados (34), Quedaban (10), Destituidos en 1936 (2)”. AHPCE, “Breves comentarios…”, Divergencias, 107, 2/10 .

[37] ESTRUCH,  Joan: El PCE…op. cit., p.171-173.

 [38] Acción Socialista, año IX, 2ª época, nº 55, París, marzo (1961).

 [39] “Mensaje del general Alberto Bayo a todos los españoles”, Acción Socialista, año VII, 2ª época, nº 45, París, 14 de abril (1959)  p. 1 y siguientes.  Acción Socialista había dejado de ser de aparición quincenal para pasar a bimensual, y de tirarse en imprenta había pasado a multicopiarse.

 [40] Ver Acción Socialista , París, 2ª época, n.55. marzo 1961. Sobre el Movimiento por la IIIª República, agradezco a Jesús de Cos Borbolla el acceso a documentos de su archivo particular.

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